
Redactado por: Geraldine Imbett
Dirección de Comunicaciones y Reputación Institucional
El acceso de las mujeres al ocio, la cultura y la formación personal se ve limitado por una desigualdad histórica, dado que dedican más tiempo al trabajo doméstico y de cuidado no remunerado que los hombres, según lo afirmó Laura Andrea Castro, antropóloga de nuestra Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario y Profesional misional de la Dirección de Lectura y Bibliotecas de la Red Distrital de Bibliotecas Públicas de Bogotá – BibloRed.
Al presentar los resultados de un estudio que documenta cómo los ciclos de lectura promovidos por BibloRed, en articulación con el Sistema Distrital de Cuidado (Sidicu), han generado espacios de transformación, reflexión y empoderamiento para mujeres cuidadoras en Bogotá, la investigadora dijo que, según datos del Dane, en Colombia las mujeres dedican, en promedio, 7 horas diarias al trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, mientras que los hombres apenas 3 horas y media.
En el marco de la política pública LEO (Lectura, Escritura y Oralidad) 2023–2040, la Secretaría Distrital de Cultura, Recreación y Deporte publicó el libro “Lectura y cuidado”, en donde la antropóloga indica que las Salas de Lectura en las Manzanas del Cuidado se han convertido en escenarios donde la lectura y la escritura no solo son actividades de ocio, sino también herramientas de reflexión crítica, resistencia simbólica y autoconocimiento para mujeres que históricamente han cargado con la mayor parte del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado.
Las Manzanas del Cuidado son zonas de Bogotá que concentran, de forma próxima y simultánea, servicios sociales, educativos y de salud dirigidos principalmente a mujeres cuidadoras, para reconocer, redistribuir y reducir las cargas del trabajo de cuidado no remunerado. Allí se articulan entidades distritales para ofrecer espacios de descanso, formación, bienestar y acceso a derechos, entre ellos, las actividades culturales y de lectura promovidas por BibloRed.
“Encontramos que en estos espacios las mujeres descubren que pueden escribir, que tienen cosas valiosas que decir. Es una forma de sanar, compartir y repensar su lugar en la sociedad”, dijo Castro, al explicar que muchos de los testimonios recogidos dan cuenta de cómo la lectura se convierte en un respiro dentro de jornadas extenuantes, y de cómo escribir permite resignificar las experiencias personales.
Lectura para imaginar un futuro distinto
Otro hallazgo clave del estudio es la autonomía metodológica de las mediadoras de BibloRed, quienes adaptan cada sesión a los intereses y procesos emocionales del grupo. Muchas de ellas coinciden en que hablar solo del cuidado se agota, y por eso tejen temáticas como el duelo, la migración, las violencias, los afectos o el deseo. Estas decisiones surgen de la escucha activa y del vínculo generado semana a semana, donde el libro es solo un punto de partida.

Este enfoque —interdisciplinar, afectivo y comunitario— tiene un valor incalculable para Bogotá. No solo garantiza el acceso a la cultura escrita en poblaciones históricamente excluidas, sino que construye ciudadanía desde lo cotidiano. En palabras de la investigadora, “La lectura es una herramienta para disputar derechos, para reconocerme en el otro, para imaginarme un futuro distinto”.
La alianza entre BibloRed y el Sidicu demuestra que los libros pueden ser tan transformadores como cualquier política de redistribución del cuidado, porque permiten reapropiarse del tiempo y de la palabra, dijo la antropóloga.
El estudio concluye que en un contexto urbano que todavía asigna el trabajo de cuidado principalmente a las mujeres —y particularmente a las de sectores populares—, iniciativas como esta apuntan a construir una Bogotá más justa y equitativa. Reforzar estas estrategias no es un lujo cultural, es una necesidad política y social, porque leer, para muchas, es el primer paso para volver a pensarse y a cuidarse.
5 claves para que la lectura transforme la vida de las cuidadoras
Para fortalecer la lectura como práctica de cuidado y garantizar su impacto transformador en la vida de las mujeres y las comunidades, las autoras y mediadoras recomiendan:
• Reconocer el poder terapéutico y político de la escritura colectiva.
• Apostar por metodologías interdisciplinares que conecten con los afectos.
• Visibilizar y valorar el trabajo de mediación cultural en las bibliotecas públicas.
• Desfamiliarizar la provisión del bienestar, redistribuyendo las cargas del cuidado.
• Promover la lectura como una práctica cotidiana, afectiva y transformadora.